Descubriendo El Poder Salvador De Cristo - Siya Kolisi
Crecí en el empobrecido pueblo de Zwide en Sudáfrica, donde fui criado por mi abuela porque mi madre y mi padre eran demasiado jóvenes para cuidarme. Desde que tengo memoria, el rugby ha sido una gran parte de mi vida. Mi papá y mis tíos jugaban este deporte y tan pronto como pude, a los 8 años, comencé a jugar también.
Viviendo en el ghetto, luchábamos por sobrevivir. No podíamos pagar mi escuela y todos los costos que incluía, pero yo iba a clases todos los días porque era donde recibía mi única comida del día. Por la noche, volvía a nuestra casa de dos dormitorios donde vivíamos siete, quitaba los cojines del sofá y dormía en el suelo.
Siempre disfruté el rugby; entrenaba todos los días. El rugby me alejaba y me distraía de muchas de las cosas malas que me pasaban. Perdí a muchos amigos porque mientras me enfocaba en ser lo mejor que podía ser en mi deporte, ellos caían presas de las luchas y tentaciones de la vida en el barrio. Estaba enfocado en prepararme para cualquier oportunidad que pudiera llegar, aunque no sabía cuál podría ser.
Cuando tenía 12 años, salí al campo para jugar con el equipo de mi escuela en nuestro primer partido de la temporada contra una escuela cercana que tenía un muy buen entrenador, y fuimos derrotados por 50 puntos. Después del partido, el entrenador contrario se me acercó y dijo que pensaba que tenía talento. Me invitó a jugar para su escuela. A partir de ahí, este entrenador me tomó bajo su protección, convirtiéndose en una figura paterna para mí más que nunca. Él sabía cuánto significaba esta oportunidad para mí y trabajé duro para aprovecharla al máximo. Me llevó a mis primeras pruebas provinciales, donde jugué en boxers porque no podía pagar los pantalones cortos de rugby. Pronto, me encontré en el equipo provincial, yendo a torneos para practicar el juego que más amaba.
Cuando tenía 19 años, me convertí en profesional. En 2012, el mismo fin de semana de mi cumpleaños número 21, jugué mi primer partido con la selección sudafricana. Tener la oportunidad de jugar en la Copa del Mundo de Rugby 2015 fue un gran privilegio, aunque solo pude jugar 30 minutos. Ahora, como capitán de los Springboks, no podría estar más honrado y emocionado de representar a mi país en la Copa del Mundo. Sé que fui elegido para ser el capitán de este equipo, la posición más alta que uno puede lograr en este deporte, por ser la persona que soy. Por lo tanto, trato de ser fiel a quien soy, sin dejar que las pequeñas cosas me afecten. Intento ser un ejemplo positivo para los demás cuando juego. Dios me ha estado preparando para un momento como éste. Aunque crecí yendo a la iglesia con mi abuela, iba esporádicamente durante los últimos años. Apenas unos meses atrás realmente le di mi vida a Cristo. Mientras luchaba con muchas cosas personales (tentaciones, pecados y elecciones de mi estilo de vida), me di cuenta de que no estaba viviendo de acuerdo a lo que yo decía ser: un seguidor de Cristo. Me estaba yendo bien, pero no había decidido comprometerme completamente con Jesucristo y comenzar a vivir a su manera.
Es decir, hasta que algo con lo que estaba luchando en mi vida personal fue expuesto al público. Hasta ese momento, todo con lo que estaba luchando estaba oculto, pero cuando se expuso mi pecado, supe que tenía que cambiar mi vida o perderlo todo. Decidí perder mi vida y encontrarla en Cristo.
Caminando junto a un mentor espiritual, pude descubrir la verdad y el poder salvador de Cristo de una manera completamente nueva. Esta nueva vida me ha dado una paz en mi corazón que nunca antes había experimentado. Ahora que le he dado todo a Dios, nada más me afecta. Vivo y juego con la libertad de saber que Su plan siempre se realizará, y al final del día, ¡eso es todo lo que me importa!
No tengo que entender todo en la vida, y hay tantas cosas que no entiendo, pero sé que Dios está en control de todo. Mi trabajo es hacer lo mejor que pueda y dejar el resto en sus manos. Mientras estaba luchando en mi pecado, leí un versículo en la Biblia en el libro de Isaías que realmente me llamó la atención. Isaías 43:2-3 dice: “Cuando pases por aguas profundas, yo estaré contigo. Cuando pases por ríos de dificultad, no te ahogarás. Cuando pases por el fuego de la opresión, no te quemarás; las llamas no te consumirán. Pues yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador…”. Lo leí una y otra vez, durante días.
Si Dios puede ayudar a innumerables personas a lo largo de la historia que le dieron la espalda al mundo, Él puede hacer lo mismo por mí.
—Siya Kolisi, Jugador de rugby sudafricano